Aprovechando las vacaciones de Semana Santa, tuvimos la ocasión de recibir, incluida la sorpresa, nuestras instalaciones museísticas del Museo Etnolúdico de Galicia (MELGA), el profesor y compañero de la Facultad de Ciencias del Deporte y la Educación Física de la Universidad de A Coruña José Luís Romero, su esposa Isabel Tabeayo profesora de educación física y sus hijas Patricia, Luis e Isabel, además de sus nietos.
Desde la inauguración de nuestro museo en el 2013, diez años de ausencia, no habían coincidido en regresar a Ponteceso y al mismo tiempo para visitarnos. Tanto José Luís como Isabel además de acompañarnos el día de la inauguración, volvieron con sus respectivos centros docentes coruñeses de Adormideras y Maristas, teniendo el privilegio de ser los primeros alumnos y profesorado que solicitaron una visita guiada al mismo. Sus familiares era, aunque con muchas ganas de conocernos, la primera vez que “pisaban” el recinto.
Su intención de ambos progenitores era enseñar a su familia este pequeño museo pontecesano y realizarles un recorrido con visita libre, pero…aprovechando que nuestro director se encontraba en el MELGA, éste tuvo el placer y honor de acompañarlos en las tres horas que duró la visita guiada por las salas expositivas.
El asombro, según los comentarios de los ilustres visitantes, había sido el enorme cambio que había sufrido el MELGA en estos últimos casi diez años, tanto en las instalaciones, piezas u objetos expuestos, etc…es decir, un nuevo museo.
No quisieron dejar pasar de firmar en el Libro de Oro del MELGA, transcribiéndonos con unas palabras su reconocimiento y gratitud por la maravillosa velada pasado entre nosotros.
“Mi segunda visita ha superado a la primera. Enhorabuena y a seguir siempre así. Una experiencia maravillosa. Ojalá nuestros niños vuelvan a jugar como antes, porque el juego es un camino a la imaginación y a la creatividad. Una sorpresa esperada, todo lo que pueda decir de mi amigo y colega es poco. Muchas gracias por todo”.
Finalizada la sesión lúdica, todo el grupo se dirigió a un restaurante de la zona para reponer fuerzas y a continuación de desplazaron para el entorno para conocer el Monte Blanco, la playa de Balarés, la piedra de la Serpiente, el Faro de Roncudo y la villa pesquera de Corme.
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