Después de muchas intentonas para poder acercarse hasta nuestro Museo Etnolúdico de Galicia (MELGA) y realizar una visita guiada, hoy viernes día 02 de junio-23, hemos recibido finalmente a un grupo de cincuenta alumnos y alumnas del centro docente CEIP: Ramón de la Sagra de A Coruña, un referente en el sistema educativo coruñés de primer nivel, que pisaron por primera vez, dos grupos de segundo de primaria (A y B), en edades de 7 y 8 años. Les acompañaban sus profesoras-tutoras Pilar Ojea y María José Reija que coordinaba y era la representante del centro y Pilar González Fontenla, que era la intérprete de signos, ya que en el grupo estaba integrado de un niño sordo y otro con problemas de autismo.
Como anécdota reseñable, podemos comentar, que dicho centro público docente fue pionero en A Coruña en llevar el patrimonio lúdico a sus patios de recreo, ya que los alumnos y alumnas de la Facultad de Ciencias del Deporte y la Educación Física (INEF-Galicia), donde impartía clases como profesor Ricardo Pérez y Verdes, realizaron durante varios años, a través de un convenio entre la Universidad y la Consejería de Educación, sus prácticas docentes de juegos y deportes Tradicionales, pero en cambio no habían venido nunca al museo, hasta el día de hoy.
Más de tres horas duró la visita guiada, en donde todos los discentes que nos visitaron, eran netamente y altamente competitivos y eso de solo en “participar” no les satisfacía. Todos los juegos planificados para la sesión, se tuvieron que repetir en varios ocasiones ya que unos a otros se desafiaban y retaban permanentemente. El tiempo disponible les pareció muy justo según la opinión general.
Según nos comentó Ricardo, “que había comprobado con satisfacción, la perfecta inclusión de estos dos niños en el grupo, pero lo impresionante había sido ver participar en los juegos programados al niño autista, que con gran curiosidad e interés, deseaba una y otra vez repetir y repetir los juegos”. También expresó nuestro director, “que la mayor alegría de su vida educativa, fue la de observar al niño sordomudo cuando “escuchó” por primera vez en la sesión, la música emitida por las peonzas musicales alemanas de hojalata, con una explosión corporal inmensa de alegría. Fue sin duda una día de una emoción indescriptible”.
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